martes, 2 de junio de 2015

Terminator: El juicio final


Comic-Con 2004 - Terminator statue.jpgEn el año 2029, después de devastar la tierra y esclavizar a la humanidad, las máquinas, gobernadas por la inteligencia artificial conocida como Skynet, están a punto de perder la guerra contra la resistencia humana liderada por John Connor.

 Frente a esa situación, las máquinas entienden que asesinar a John Connor en el presente, sería irrelevante, dado que ya ha conducido a la resistencia humana del mundo entero a la victoria. Por lo tanto, Skynet elabora su estrategia decidiendo eliminar al líder enemigo antes de que éste nazca, de modo que no pueda cumplirse su misión de conducción futura.

 Para ello envía al pasado (año 1984) a un Terminator T-800 modelo Cyberdyne 101, un ciborg asesino  (Arnold Schwarzenegger), a través de una maquina del tiempo, con la misión de exterminar a Sarah Connor (Linda Hamilton), madre de John, antes de que éste sea concebido.

Enterados del plan para asesinar a la mujer que dará a luz al único hombre capaz de salvar a la humanidad, la resistencia también consigue acceder a la máquina del tiempo y logra enviar a un soldado humano, Kyle Reese (Michael Biehn), con la misión de protegerla del Exterminador (Terminator).
De vez en cuando alguien desenpolva los antiguos temores de los hombres y, al igual que John Connor en la pelicula, se erige como nuevo salvador de la "amenaza industrial".
Es el caso del histórico o, tal vez legendario capitán Ludd, que dio nombre a los luditas, destructores de máquinas que pensaban en la incipiente revolución industrial que la tecnología era la causa del paro, y regresan de vez en cuando con sus desatinos, que, por cierto, ya refutó David Ricardo en la edición de sus Principios en 1821. De esta manera el catedrático del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia Gregorio Martin Quetglas, , aventura que la informatización destruirá más empleos de los que creará, y subraya la necesidad de "administrar racional y democráticamente el trabajo, un bien escaso".
Si el avance tecnólogico suprimiera puestos de trabajo… ya habrían desaparecido todos. De la misma forma que desaparecio el pajaro Dodo de las islas Mauricio en 1681 cuando atracarón alli los  los recien llegados europeos.
Si en vez de ser así hay muchos más empleos hoy que antes de la revolución industrial, habiendo sido el avance tecnólogico incesante y generalizado, es porque David Ricardo y los clásicos tenían razón cuando sostuvieron que la tecnología impulsa la productividad, la riqueza y por tanto, el empleo.
Como siempre ha sido así, los que vuelven con la babarrasada tienen que decir que ahora no......., ahora va a ser diferente, y el juicio final es inminente. Lo dice el profesor Quetglas, pero no lo prueba. Lo que sí queda en evidencia es su capacidad de repetir mantras, como eso de que el trabajo es un bien escaso, como si eso significara que los partidos políticos de turno debieran decidir cómo repartirlo…democráticamente, cómo no. 
No parece habersele ocurrido que la creatividad humana, la fuente básica de la riqueza y el empleo, no escasea; y tampoco se le ha ocurrido pensar que la coacción política y legislativa, tantas veces sustentada en los democráticos valores, sí puede recortar el empleo, como bien sabemos en España. El disparate del reparto del trabajo, al que también se apunta el profesor, no abre "un arduo debate político", sino la lúgubre posibilidad de una intromisión aún mayor en el llamado mercado de trabajo, con el consiguiente efecto negativo sobre el empleo.
En lo que tampoco se calla el catedrático es en apuntarse al ya anticuado rechazo al comercio: "Desaparece la intermediación, y con ella centenares de miles de puestos de trabajo". Cree ingenuamente que el self service y el comercio electrónico atacan el empleo. Salvese quien pueda. Nos asedía la prole intelectual de Ludd.


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