
En el año 2029, después de devastar la tierra
y esclavizar a la humanidad, las máquinas, gobernadas por la inteligencia artificial conocida como Skynet, están a punto de perder la guerra contra la resistencia humana liderada por
John Connor.
Frente a esa situación, las máquinas entienden que asesinar a
John
Connor en el presente, sería irrelevante, dado que ya ha conducido a la
resistencia humana del mundo entero a la victoria. Por lo tanto, Skynet
elabora su estrategia decidiendo eliminar al líder enemigo antes de que
éste nazca, de modo que no pueda cumplirse su misión de conducción
futura.
Para ello envía al pasado (año 1984) a un Terminator T-800
modelo Cyberdyne 101, un ciborg asesino (
Arnold Schwarzenegger), a través de una maquina del tiempo
, con la misión de exterminar a
Sarah Connor (
Linda Hamilton), madre de John, antes de que éste sea concebido.
Enterados del plan para asesinar a la mujer que dará a luz al único
hombre capaz de salvar a la humanidad, la resistencia también consigue
acceder a la máquina del tiempo y logra enviar a un soldado humano,
Kyle Reese (
Michael Biehn), con la misión de protegerla del Exterminador (Terminator).
De vez en cuando alguien desenpolva los antiguos temores de los hombres y, al igual que John Connor en la pelicula, se erige como nuevo salvador de la "amenaza industrial".
Es el caso del histórico o, tal vez legendario capitán Ludd,
que dio nombre a los luditas, destructores de máquinas que pensaban
en la incipiente revolución industrial que la tecnología era la causa del paro, y regresan de vez
en cuando con sus desatinos, que, por cierto, ya refutó David
Ricardo en la edición de sus Principios en 1821. De esta manera el catedrático del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia Gregorio Martin Quetglas, ,
aventura que la informatización destruirá más empleos de los que creará, y subraya la necesidad de "administrar racional y democráticamente el trabajo, un bien escaso".
Si el avance tecnólogico suprimiera puestos de trabajo… ya habrían desaparecido todos.
De la misma forma que desaparecio el pajaro Dodo de las islas Mauricio
en 1681 cuando atracarón alli los los recien llegados
europeos.
Si
en vez de ser así hay muchos más empleos hoy que antes de la revolución industrial,
habiendo sido el avance tecnólogico incesante y generalizado, es porque
David Ricardo y los clásicos tenían razón cuando sostuvieron que la tecnología
impulsa la productividad, la riqueza y por tanto, el empleo.
Como
siempre ha sido así, los que vuelven con la babarrasada tienen que decir
que ahora no......., ahora va a ser diferente, y el juicio final es inminente. Lo dice el profesor
Quetglas, pero no lo prueba. Lo que sí queda en evidencia es su capacidad de repetir
mantras, como eso de que el trabajo es un bien escaso,
como si eso significara que los partidos políticos de turno debieran decidir cómo
repartirlo…democráticamente, cómo no.
No
parece habersele ocurrido que la creatividad humana, la fuente básica de la
riqueza y el empleo, no escasea; y tampoco se le ha ocurrido pensar que la
coacción política y legislativa, tantas veces sustentada en los democráticos valores,
sí puede recortar el empleo, como bien sabemos en España. El disparate
del reparto del trabajo, al que también se apunta el profesor, no abre
"un arduo debate político", sino la lúgubre posibilidad de una
intromisión aún mayor en el llamado mercado de trabajo, con el consiguiente efecto negativo sobre el empleo.
En lo que tampoco se calla el catedrático es en apuntarse al ya anticuado rechazo al comercio:
"Desaparece la intermediación, y con ella centenares de miles de
puestos de trabajo". Cree ingenuamente que el self service y el comercio
electrónico atacan el empleo. Salvese quien pueda. Nos asedía la prole intelectual de Ludd.